Sábado tranquilo... No recuerdo desde cuando no disfrutaba de un día como el de hoy... y no porque no haya sido productivo pues siempre tengo una lista interminable de asuntos inacabados, pero la serenidad que genera el hacer las cosas sin atenerte a un horario, sin la prisa habitual del día a día es para mÍ motivo de satisfacción absoluta.
En estas situaciones, cuando cierro los asuntos de obligado cumplimiento, siempre aprovecho para curiosear un poco... hoy por ejemplo observaba en el escritorio de mi portátil la imagen de una de las obras escultóricas que siempre me ha conmovido...
Como otros aspectos de la vida, el arte siempre me hace reflexionar, en esta ocasión pienso que a pesar del paso del tiempo los instintos humanos permanecen. Ya me lo dijeron una vez.. "Todos los sentimientos y sensaciones han sido vividos por alguna persona en alguna ocasión, la novedad en este campo no existe"... y precisamente ahora contemplando esta obra maestra caigo en la cuenta.
La obra en cuestión es una escultura de Bernini (Beata Ludovica Albertoni), perteneciente al más puro Barroco italiano. A pesar de que esta época artística no es de mis favoritas porque en ocasiones se abusa del recargamiento y el dramatismo... observo con atención...
En un primer golpe de vista... impresionante... Me fascina contemplar cómo un bloque de duro y frío mármol puede en las manos de un artista convertirse en el tejido más real, los pliegues, los encajes... Pero lo que más me llama la atención es la actitud, la expresión del personaje. Queriendo plasmar el sufrimiento y el éxtasis religioso, esta imagen personalmente me transmite un erotismo fuera de lo común. Teniendo en cuenta que fue una obra realizada por un genio de setenta y un año en el S. XVII, donde la moral y la religión eran condicionantes extremos (de hecho esta escultura fue encargada como sepulcro para la Beata por el Papa del momento), percibo nítidamente la silueta de una mujer, que bien podría encajar en los cánones de belleza actuales. Su postura, la mano en el pecho, su cabeza recostada con labios entreabiertos... emana una sensualidad y una pasión increíbles.
Ahora, salto abismal en el tiempo, más de trescientos años. Obra realizada en terracota por el argentino Luif Mercieur. Reconocido artista actual cuyos trabajos escultóricos (porque no sólo domina esta disciplina) están basados en el erotismo. Criado en el seno de una familia de artistas, muy liberal y hombre de su tiempo, siempre se interesó como el mismo manifiesta por "aquellas curvas diabólicas"... Y digo yo... obviamente a pesar del paréntesis temporal, cultural e ideológico de tan dispares momentos históricos, aprecio tántas coincidencias.
No sé si, como comentaba antes, el sentimiento, la forma de mirar o la de interpretar la silueta femenina concuerdan o que en muchos aspectos los puntos opuestos convergen... el caso es que para mí, ... la similitud es realmente curiosa y sorprendente.