De nuevo escribo unas líneas
en este blog que es un poco mi desahogo diario. Esta semana he vivido una experiencia diferente. Si, es completamente cierto que desde que comencé en esta profesión la vida transcurre rápida en todos los
aspectos y la madurez no se alcanza sólo con la edad sino con la experiencia.
Pues bien, como es sabida la amistad que me une a mi
compañera Martina Valentino en Córdoba, esta semana le propuse trabajar en su
reconocido Centro de Masajes. Como siempre nada más descolgar el teléfono el
trato cordial y humano que esta chica ofrece te deja con el
corazón al aire. Sin pensarlo ni un segundo me dijo que me esperaba con los
brazos abiertos.
El lunes muy temprano me levanto, todo preparado. Aunque mis
inicios fueron también en Centro de Masajes no de forma independiente, el
nerviosismo se apoderó de mí. No es que diste demasiado la forma de trabajar de
una manera u otra pero creo que el condicionante de no defraudar a la que
considero la persona más profesional en este sector pesaba como losa sobre mi espalda.
Cuando subo al AVE un pellizco en el estómago me oprime
durante todo el trayecto. Al bajar en la estación decido tomar un refresco
porque los nervios recorren mi piel.
Escribo estas líneas a punto de concluir mi estancia en el
Centro Máximas Vibraciones y…. Que Experiencia!!!!! Nunca hubiese imaginado
aprender tanto. Me llevo mucho. El recordar la sensación del trabajo
compartido, la convivencia y coordinación en grupo.
La perfección y el
cuidado de todos los detalles, el ambiente fenomenal de un elenco de chicas
estupendas, la profesionalidad y el saber hacer….. Si bien es cierto que valoraba a Martina como amiga y la imagen que su inteligente y cuidada publicidad proyecta, he tenido el privilegio de comprobar que el reconocimiento que alguien alcanza en un trabajo no es más que el fruto del esfuerzo diario. Como siempre el elegante
Logo de Martina queda eclipsado por su sello personal que mucho más allá de
esas impactantes iniciales que cuida con tanto esmero es la ternura y el
cariño, la humanidad y el calor que ofrece a todo el que se acerca a su
entorno. Gracias por supuesto a Martina, a Ana, a Claudia (con su aire a Cindy Crawford y su buen humor... me he reido mucho) y a todas las compañeras que me
han hecho disfrutar de una estancia en Córdoba que jamás olvidaré.