… Y llevaba mucho tiempo sin escribir nada. Tiempo, tiempo, tiempo…. como siempre peleándome con él. Será porque me gusta vivir todo tan intensamente, o porque siempre encuentro tantas cosas interesantes a mi alrededor en las que invertirlo que casi nunca tomo consciencia de que transcurre, y así sin pensarlo, los días, las semanas y los meses vuelan.
Un amigo reciente me recordó que tenía abandonado este blog, es cierto, y es que… dos meses han transcurrido desde la última entrada y ahora que caigo en la cuenta… cuántas cosas vividas!!!! Me enamoré y desenamoré unas cuantas veces, me deprimí otras cuantas (nada que no solucionara unos zapatos nuevos y un chupito con amigas), y emprendí algún que otro proyecto de esos que no desaparecen en la cabeza…. Y es que no entiendo cómo hay personas en esta vida que se aburren. Afortunadamente nunca experimenté esa sensación aunque confieso que en ocasiones me gustaría poder saborear algunas cosas sin prisas… Al hilo de esta reflexión me gustaría compartir una anécdota que leí en el Facebook de un amigo y que me impactó:
" Un hombre se sentó en una estación de metro en Washington DC y comenzó a tocar el violín, era una fría mañana de enero. Tocó seis piezas de Bach durante unos 45 minutos. Durante ese tiempo, ya que era hora punta, se calcula que 1.100 personas pasaron por la estación, la mayoría de ellas camino al trabajo.
Tres minutos transcurrieron y un hombre de mediana edad se dió cuenta de que había un músico que tocaba. Aminoró el paso y se detuvo por unos segundos y luego se apresuró continuando para cumplir su horario.

Poco después alguien se apoyó contra la pared para escucharle, pero el hombre miró su reloj y comenzó a caminar de nuevo. Era evidente que se le hizo tarde para el trabajo.
El que prestó la mayor atención fue un niño de tres años, el chico se detuvo a mirar al violinista pero su madre le tiró del brazo y e niño siguió caminando, volviendo la cabeza todo el tiempo. Esta acción fue repetida por varios niños. Todos los padres, sin excepción, los forzaron a seguir adelante.
En los 45 minutos que el músico tocó, sólo seis personas se detuvieron y permanecieron por un tiempo. El músico recaudó 32 dólares. Cuando terminó de tocar y el silencio se hizo largo, nadie se dió cuenta, nadie aplaudió ni hubo ningún tipo de reconociemiento.
Todo el mundo ignoraba que el violinista era Joshua Bell uno de los músicos más talentosos del mundo. Había interpretado una de las piezas más complejas jamás escritas en un violín valorado en 3,5 millones de dólares.
Dos días antes de tocar en el metro, Joshua Bell agotó las entradas en un teatro de Boston dende los asientos costaban un promedio de 100 dólares. Esta es una historia real. Joshua Bell tocando de incógnito en la estación de metro fue una actividad organizada por el diario The Washington Post como parte de un experimento social sobre la percepción, el gusto y las prioridades de la gente".
Querida Mar: Me alegro en el alma de todo corazón, que hayas retomado este blog, al que efectivamente tenías abandonado, y una pluma tan sincera como la tuya, tiene que ser constantemente mojada en la vida y que luego, esta misma vida, sea receptáculo en tu blog de dichas experiéncias. Soy, como no podría ser de otra manera, tu amigo al que avisaste de tu próxima reincorporación al mundo bloguero, tu amigo que te recordó que nos tenías abandonados, en definitiva, tu amigo el de la esencia de aceite para relajarte en la bañera, un beso amore, y espero que todo te valla bién, (nos veremos prontito!).
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