Desde que Mar comenzó su andadura
profesional se vio envuelta en un entorno masculino. Las relaciones sociales
cambiaron. Tiempo atrás la valoración que podía hacer sobre los hombres era
exclusivamente desde el ángulo femenino.
El estereotipo de hombre cuyos principales intereses son la cerveza, el
futbol, los coches y las mujeres, cambió. No porque descubriera que no son esos
sus principales intereses, que en un porcentaje muy amplio se cumple esa
previsión, sino porque supe que además algunos, tienen otros.
No pretendo insultar la
inteligencia masculina ni mucho menos, y me gusta analizar e investigar un poco
sobre conductas que se repiten porque no creo que sean casuales. Pero
sinceramente fue sorprendente comprobar que podía entablar una conversación interesante
con un hombre. Aunque siempre me consideré una mujer liberal y este hecho es
bastante absurdo y retrógrado pero reconozco que probablemente esta circunstancia no
la percibí antes porque mi rol anterior de esposa y madre era una barrera
autoimpuesta que de forma inconsciente frenaba cualquier grado de amistad con
el sexo contrario que fuera más allá de un formalismo social.
He analizado un hecho concreto. Cuando un hombre asiste a
la consulta de un psicólogo, al finalizar la primera consulta, una vez que el
individuo sale por la puerta, el profesional sabe el problema que tiene, la
terapia que va a seguir, el dinero que se va a gastar…. En cambio, cuando es
una mujer la que se sienta en la consulta y llega ese momento creo que solo
queda claro que esa mujer tiene un novio o un marido, hijos, jefe… y un sinfín
de obligaciones y que todo ese conjunto la han llevado hasta allí…. Porque la
mujer rara vez habla de ella, culpa a los demás.
